Ayatollah Khomeini

Para muchos de sus compatriotas, el líder mesiánico de la revolución islámica del irán, el ayatollah Khomeini, restableció el orgullo religioso de su país y su independencia política. Para los observadores occidentales, el hombre que se refiere a los estados unidos como “el gran satanás” es una figura enigmática, amenazadora, que fue impulsada al poder por el fervor religioso de sus coterráneos
Ruhollah Khomeini nació en 1902 en Khomein, persia (así se llamaba irán en ese entonces). En su juventud estudió las leyes y la filosofía del islam, y luego se convirtió en un maestro popular y carismático. Las opiniones politicas de Khomeini salieron a relucir cuando publicó la revelación de los secretos en 1941, obra en la que atacaba al régimen de Reza Pahlevi quien en ese mismo año había abdicado a favor de su hijo Mohammed. Ofendido por su campaña de modernización y los estrechos lazos que mantenía con las potencias occidentales, Khomeini acusó al nuevo sha de tratar de destruir el islam. Khomeini fue arrestado y exiliado durante catorce años, pero siguió su campaña de agitación para exigir el derrocamiento del sha. Así se convirtió en el eje de la oposición en su contra. En febrero de 1979, Khomeini regresó triunfante a Irán poco después de ser expulsado el sha, y rápidamente se estableció como el líder de un nuevo Irán gobernado por los principios del islamismo. El resentimiento engendrado por la intervención occidental en la política iraní se manifestó ese mismo año con la toma de la embajada de los Estados Unidos en Teherán por parte de estudiantes iraníes, hecho que fue apoyado por Khomeini.
El ayatollah Khomeini ha alterado la realidad política, no sólo en su país, sino en todo el mundo. Su ascenso al poder ilustra dos importantes factores que están dando forma al siglo XX: la reacción de los países del tercer mundo en contra de la influencia de los países ricos, y el auge del fundamentalismo islámico como una fuerza viva en la política del medio oriente.