Decir que Pushkin es el poeta ruso por excelencia no es ninguna novedad; decir que es el creador de la prosa rusa moderna quizá ya sea menos novedoso, aunque no menos cierto. Los amores de Griniov y «la hija del capitán» de una vieja fortaleza sirven de pretexto para tocar el tema tabú de la histórica rebelión de Pugachov.
En una reunión mundana, Schlemihl conoce a un hombre de traje gris a quien acepta vender su sombra por una bolsa que da oro inagotable. El escarnio público y el ocultamiento avergonzado no son las únicas secuelas de esa mutilación: por rico que sea ahora, Schlemihl no puede tener a la mujer que ama porque, como dice el padre de ella, ‘ni a un perro le falta la sombra’. El hombre de gris lo agobia con la oferta de devolvérsela si Schlemihl le cede el alma.
Relata una historia de aventuras en una región inexplorada de África, realizada por un grupo de aventureros liderados por Allan Quatermain en la búsqueda de un hermano de uno de estos exploradores. La importancia de la obra radica en que fue la primera novela de ficción de aventuras situada en África en inglés, y es considerada como el génesis del género literario sobre mundos perdidos.
Sandokán era «alto, esbelto, de fuerte musculatura, con rasgos enérgicos, varoniles, fieros, y de una extraña belleza». Salgari, en cambio, medía poco más de uno cincuenta, aunque aprendió esgrima y se batió en duelo. Sandokán recorrió los mares de Malasia, mientras Salgari, amarrado a su coja mesita de tra bajo, jamás pisó un prao. El «padre de los héroes» se proyectó en ellos jugando a los piratas. Años después Cesare Pavese le dedicaba un recuerdo: «¡Cuánto tiempo ha pasado desde que jugaba a los piratas malayos..! Otros días, otros juegos, otras sacudidas de la sangre frente a rivales más evasivos: los pensamientos y los sueños…»