Racionalidad e irracionalidad en la economía

La noción de racionalidad económica remite a un doble problema: el estudio del comportamiento económico de los individuos en el seno de un sistema económico dado y el de las capacidades objetivas de evolución de tales sistemas. Ambos están ligados, aun cuando no en un mismo plano, ya que, pa a comprender el primero es necesario conocer la estructura del sistema económico y social en el que se mueven los, individuos. Este doble contenido de la noción de racionalidad económica explica sus múltiples dimensiones y su reaparición en épocas y formas distintas. Lo que une la obra de Jenofonte, los tratados de columela y el manual de gestión industrial de Walter de Henley es la misma preocupación por determinar las reglas de una “buena” gestión, del buen gobierno de un dominio esclavista o señorial o de una empresa capitalista. Las discusiones de los teólogos escolásticos sobre el precio y la utilidad justos, repercuten hoy, pero hacen pensar en las críticas de Aristóteles a la crematistica y a la economía que enloquece al pensar ante todo en su funcionamiento para el mercado. La necesidad de acumular dinero, la posibilidad de enriquecerse sin límite, aparece ya a los ojos de Aristóteles como tantos otros fenómenos irracionales que contradicen el antiguo ideal de autarquía familiar de los griegos. Y las teorías etnológicas e históricas sobre la evolución de las sociedades y su “progreso” desde el salvajismo primitivo hasta la “civilización” quedan escondidas tras las reflexiones sobre el origen y naturaleza del “subdesarrollo” y la necesidad de que los países subdesarrollados adopten sistemas más racionales aun escogiendo entre capitalismo y socialismo.