Corneille y la tragedia política

Una gran distancia separa la lectura de una obra de teatro de su escenificación; esta distancia será mayor cuanto más tiempo haya transcurrido desde su concepción original. En este sentido, Couton aconseja en el presente volumen leer las piezas teatrales independientemente de asistir a su representación, ya que así el lector puede convertirse en el director de un teatro de la imaginación que determina cuáles efectos, previstos en el original, deben destacar sobre otros; ordena la iluminación y los decorados que convienen, elige a los actores, el vestuario, etc. Esta consideración, referida en concreto al teatro de Corneille, se extiende hacia otros aspectos de la obra de éste: la estructura de la tragedia, la sociedad francesa del siglo XVIII, con sus costumbres y pasiones… Sin embargo, la orientación del libro es política. Corneille pudo alcanzar cierta libertad temática al convertirse en su propio agente y hombre de negocios, liberándose así del poderoso mecenazgo del cardenal Richelieu al que Couton describe como el “primer hombre de estado de los tiempos modernos que comprende la importancia de la opinión pública” ¿La existencia de la tragedia se pregunta el autor tiene como misión adoctrinar? a esto responde que la tragedia es “purgación de pasiones”, según Aristóteles, y que su utilidad, para algunos críticos contemporáneos de Corneille, era mantener la estabilidad, establecer la calma en el espíritu y en los corazones, y orientar el teatro hacia cierto “conformismo político”.