El libro del buen amor

El libro del buen amor posee la gracia de lo heterogéneo, en su riqueza linguistica y formal: su vocabulario es de una belleza suprema dentro de la literatura medieval de toda Europa, ya que consigue unas construcciones personales jamás repetidas, por mucho que han intentado copiarse. Por ejemplo, el diálogo con una mora, que responde en árabe, o los 28 versos de un catálogo de instrumentos musicales de la época. No faltan episodios eróticos muy vivos, como la seducción de doña Endrina, en la que interviene don melón de la huerta, que es de una gracia insuperable.
Se ha llegado a escribir que el libro del buen amor puede ser equiparado con el ¡Arte de Amar!, de Ovidio; sin embargo, Menéndez Pelayo lo consideró la ¡Comedia Humana! de su época, lo que nos parece una interpretación más exacta. Porque estamos describiendo una obra en la que se aprecia que su autor dominaba el lenguaje, disfrutó al escribirla y demostró un gran ingenio, sobre todo en las secuencias más eróticas.