Voltaire genio de la razón y de la luz

En este trabajo he procurado hablar de Voltaire con rigor histórico, sin apoteosis y sin caricatura, sin tener en cuenta ni las preocupaciones ni la actualidad con temporáneas, y refiriendo siempre la idea o la expresión de Voltaire a las cosas de su época.
He intentado despejar las direcciones principales de su móvil pensamiento. No bien se comienza a leer su obra dispersa y múltiple se pierde uno en toda suerte de contradicciones, que se resuelven en parte si se tiene el cuidado de fechar los textos y de buscar el sentido propio, relativo, exacto que cada pasaje recibe de las circunstancias en que se compuso. Importa distinguir lo que está escrito para el público, de la correspondencia privada; la filosofía meditada, del acceso pasional; la ojeada general de orden social, de la intriga ocasional de interés privado; hay que evaluar todas las modificaciones de redacción que resultan del destino fijado a cada obra, según que responda a algo o apunte a alguien, así como de su forma literaria, según que Voltaire esté serio a se burle, y según que hable en su nombre o adopte una máscara que le imponga un acento, unos sentimientos, unas ideas de determinado género. En cuanto a las afirmaciones que se contradicen, es preciso buscar lo que es opinión del autor, o concesión a la opinión corriente, y atribuir valores distintos a las ideas, según que constituyan el objeto mismo de la discusión actual o sean únicamente accesorias y hayan surgido arrastradas por el curso del razonamiento; en este último caso, para limitar el campo de batalla, Voltaire usa, cuanto puede, expresiones con qué eludir la réplica, dispuesto a librar nuevamente batalla en este otro terreno al día siguiente… (Advertencia.G.L.)