En ninguna eternidad como la mía, la danza y el amor se personifican en una hermosa joven que descubre para sí misma la ciudad de méxico en la década de los veinte, cuando el país recién proclamaba su nueva identidad posrevolucionaria. Una historia donde la autenticidad y la pasión se sobreponen a toda moral, y en la que el desamor es tan sólo el preámbulo de una vida más plena.
Los puertos son un no-lugar y, al mismo tiempo, todos los lugares; porque en los puertos todo es posible. Y Ángeles Mastretta lo sabe.
Los puertos son el paisaje en movimiento donde se mezclan los exóticos perfumes del mundo, se honra la memoria de los naufragios ocurridos y se pronostica el paradero de los tesoros a encontrar; nada es estático, nada es definitivo en un puerto: las historias entran y salen como los buques y sus tripulantes, como las mareas y lo que arrastran.