Esta obra fue escrita por Erasmo para responder al encargo que el Canciller de Brabante, preceptor del príncipe Carlos, le había hecho en la primavera de 1515 al tiempo que le nombra consejero del futuro emperador. Ante ello, siente la necesidad de orientar al gobernante cristiano frente al príncipe maquiavélico, quien, mediante una razón de estado abusiva, ofrece un directorio político astuto, amoral y pesimista. La obra está atravesada por tres ideas clave: su decidida intención pedagógica, el humanismo evangélico que preside todo el tratado, y el pacifismo integral.