Erasmo de Rotterdam, conocido por sus contemporáneos como «el principe de los humanistas», ocupa un lugar de excelencia dentro de la historia de la filosofía, de la religión y de las letras europeas. Su papel central en la difusión y organización de la tradición clásica, su aproximación crítica al texto bíblico y a su tradición exegética, así como su intervención en encendidos debates en torno a cuestiones doctrinales, políticas y filosóficas moldearon de manera definitiva la cultura renacentista española y europea.