En esta obra publicada en 1900, el escritor uruguayo José Enrique Rodó enfila sus prosas en contra de la creciente penetración ideológica estadounidense y aconseja a la juventud latinoamericana a seguir los caminos de Ariel, el personaje shakesperiano de la tempestad, genio del aire, símbolo de la imaginación y la espiritualidad, en oposición a Calibán, representación del utilitarismo y pragmatismo anglosajón.
José Enrique Rodó, el ilustre pensador uruguayo, nació en 1872 y murió en 1917. Figura señera de su patria, crítico y ensayista de gran profundidad, alcanzó renombre continental cuando, hacia 1900, apareció su luminoso ariel, obra a la que siguieron sus no menos importantes libros: Motivos de Proteo y el mirador de Próspero, humanista y lírico a la vez, puede decirse que Rodó fue el primero que en américa dio la señal de alarma acerca de los peligros del utilitarismo sajón, oponiendo a éste su fe en los destinos de la vieja cultura greco latina.
Creador del arielismo, corriente ideológica basada en un aprecio de la tradición grecolatina, sus obras expresaron el malestar finisecular hispanoamericano con un estilo refinado y poético, típico del modernismo.