Volvamos a 1980. En colombia la pintura estaba en crisis, la escultura decala, el dibujo se refugiaba en unos pocos nombres. Eran los años del arte conceptual y su desmaterialización del mundo; del body art y su flagelación del cuerpo; de los happenings y su desplazamiento del museo. No sólo se habían desarrollado nuevos materiales como soporte, sino que la idea misma de “”artistico”” habia sufrido una metamorfosis radical.