«Leyendo a Onetti uno tiene la sensación de asistir casi en presente a los procesos de invención de su escritura… Pero también, paradójicamente, da la impresión (…) de que tuvo desde muy pronto en la cabeza el plano total de lo que iba a escribir… No exige sólo lectores: exige también cómplices en la invención de ese gran sueño que fue cobrando forma visible poco a poco, en cada uno de sus libros.»