La complejidad de la vida económica contemporánea, muy alejada ya del modelo clásico de capitalismo de libre competencia e inextricablemente unida a las decisiones del poder estatal, hace difícil al profano el conocimiento de su legalidad interna y le inhibe a la hora de juzgar por cuenta propía lo acertado o erróneo de las medidas gubernamentales o empresariales. Unese a ello la inevitable y justificada tendencia de los economistas a acuñar y utilizar una terminología de carácter técnico, que confiere a las palabras significados diferentes de los del lenguaje ordinario.