El Dr. Mahlon Johnson había dedicado su vida a la neuropatología, a la detallada investigación de laboratorio de las enfermedades del sistema nervioso. Durante una autopsia de rutina del cerebro de una víctima de sida, pasó de ser un médico a ser un paciente cuando un desvío involuntario del escalpelo le causó una herida y lo introdujo en el campo de batalla contra el VIH. En una carrera contra el tiempo, decidió buscar todos los tratamientos que los más avanzados estudios sobre el tema iban produciendo. Hizo de sí mismo un conejillo de indias guiado por los descubrimientos de los especialistas en la investigación del sida y experimentó los más agresivos tratamientos que combinaban diferentes clases de medicamentos: los varios antivirales disponibles entonces y el tratamiento contra el cáncer IL-2, poderoso estimulante del sistema inmunológico, aunque potencialmente tóxico.