Todas las historias de amor son fascinantes. Pero las historias de amor de la realeza mundial poseen una especie de mágico atractivo que hechiza. Y además, son trascendentales, en especial para la marcha del país donde reinan los protagonistas de esas historias románticas. Eduardo VIII, príncipe heredero del trono de gran bretaña, por ejemplo, debió renunciar a la corona para no renunciar a su amor, lo que tuvo gran influencia en el desarrollo histórico del país.