Feliza, la heroína, forcejea en el vertiginoso torbellino de la fatalidad. Ella, como toda mujer, marcada por un destino inscrito en su cuerpo, quedará prisionera de mil vicisitudes de la vida, como un insecto atrapado en los hilos pegajosos de una telaraña. Los personajes hacen parte de la comedia social que, en teocali, minúsculo país del trópico, como en toda américa latina, parece no tener fin.