Ambientada en Madrid, en 1861, une el tema religioso (“novela confesional”, la han llamado) a la crítica social, desde una perspectiva moralista. Es una novela sobre el pecado y la redención, la caída y la expiación. Al respecto, posee bastantes tintes autobiográficos y refleja la propia evolución del escritor, quien la escribió en solo un mes. Se divide en ocho partes.