El aparente suicidio de John
Lamber, monje simonita y catedrático de arqueología, es el comienzo de una sorprendente trama en la que se entrecruzan conflictos de orden mundial.
El rastro conduce al desconcertante hallazgo del eminente arqueólogo israelí Michael Dagan. En una vieja cisterna, bajo el templo de Herodes, ha sido encontrada una vasija que conserva el esqueleto de un hombre crucificado en el siglo primero, con señales de espinas en las sienes, un clavo en los pies y una herida de lanza en el costado izquierdo.