Entre las obras maestras que la poesía universal ha creado en el siglo xx, las elegías de Duino ocupan uno de los lugares más destacados. Rainer Maria Rilke empezó a componerlas en 1912 y trabajó en ellas intermitentemente hasta 1922, publicándolas unos meses más tarde, en 1923, tres años antes de su muerte.
Cuánto quiero a las pobres palabras, que tan míseras están en lo diario: a ellas, las invisibles palabras. De mis fiestas les regalo colores: sonríen, y se ponen alegres lentamente.