corrompido con elementos no artísticos, propios de otras esferas, como la sexualidad, el feminismo y el racismo-, el autor analiza cómo los críticos actuales distorsionan la manera de acercarse al arte. Para ello, Kimball expone el caso de ocho obras maestras de las que se han valido algunos críticos para justificar sus posturas ideológicas. Su examen y su discusión parten de la reflexión intelectual y muestran cómo deben ser entendidas las obras: mediante lecturas en las que el arte, y no la política, sea la guía.