Malcolm Lowry concebía el viaje de la vida como “el viaje que nunca termina”, un patrón cíclico de “iniciación, repetidas ordalías con fracasos y repliegues, seguidos de triunfos y desarrollo, que a su vez dan lugar a una nueva derrota”. Sherrill E. Grace demuestra que esta concepción del mundo influyó de manera esencial en la estructura, narrativa, estilo y simbolismo de la obra de Lowry.