Reconstruir sucesos históricos impone al indagador serio una tarea agobiante. Pero cuando a la necesaria compulsa de textos documentales se suma el aporte inspiracional, suele intervenir un factor esclarecedor que trasciende los usuales escalones lógicos. Así ocurre con Sisedón de Trohade quien, con la clara intención de dirigirse a los sinceros
buscadores de la verdad, va relatando acontecimientos de diez mil años atrás.