Para muchos, fueron una partida de malditos, herejes y ocultistas llenos de ritos demoniacos y aberraciones inimaginables. Para otros, fueron la exaltación del espíritu sobre la materia y de la materia sobre la estupidez y los recreadores de un nuevo orden universal. Pusieron en práctica una modalidad desconocida hasta el momento y considerada contradictoria: unir el sacerdocio con la milicia.