En Canto a Mí Mismo, un hombre pone su destino en la mesa y nos dice: “Yo soy el que riega las raíces de todo lo que crece, y la prueba de quién soy la llevo yo en mi rostro; lo que diga sobre mí, debes tú señalarlo como tuyo, porque sólo lo que nadie puede negar existe”.
En canto a mí mismo, un hombre pone su destino en la mesa y nos dice: “yo soy el que riega las raíces de todo lo que crece, y la prueba de quién soy la llevo yo en mi rostro; lo que diga sobre mí, debes tú señalarlo como tuyo, porque sólo lo que nadie puede negar existe”.
Ni un solo momento, viejo hermoso Walt Whitman, / he dejado de ver tu barba llena de mariposas, / ni tus hombros de pana gastados por la luna, / ni tus muslos de apolo virginal, / ni tu voz como una columna de ceniza; / anciano hermoso como la niebla /que gemías igual que un pájaro / con el sexo atravesado por una aguja, / enemigo del sátiro, / enemigo de la vid / y amante de los cuerpos bajo la burda tela.