Alúa

Javier Tafur ha mostrado preferencia por el cuento corto, con los cuales ha obtenido algunos galardones, por la concesión en el estilo, imprescindible en el género, y la agilidad y sutileza del tema, coronadas a veces por un final desconcertante. Cuentos como el llavero de plata, la carrera en círculo, el inmigrante, puertas, espejismos, y varios más, pues cumplen exigencias nada fáciles, que presuponen imaginación, economía, en los medios expresivos, como ya lo anotamos, y cierto espíritu travieso, lúdico, que invita al lector a seguirlo en la rápida pero gratificante experiencia. Una constante en la creación de Javier Tafur, fiel a los fines propuestos, es el material
Campesino, presente en muchas de sus obras: Los seres sencillos, ingenuos, animales, árboles y elementos míticos que forman parte de las tradiciones populares. La patasola, el descabezado, los duendes, por supuesto, y tantos más, tejen una densa trama en la que por momentos es dificil deslindar la realidad de lo fantástico. En esto radica uno de los mejores atributos de su obra; pero para lograr esa dimensión es necesario contar con una sensibilidad casi infantil, transparente, algo presente en Tafur desde sus primeros experimentos literarios. Y que le asegura un largo y rico porvenir creador; porque, además, se trata de un trabajador incansable, que ha su actividad de abogado penalista, especialidad en la que investiga constantemente (y sobre la cual está concluyendo un libro de aspectos prácticos) agrega la de generoso colaborador en todo aquello que señale caminos a la belleza.