Arte internacional

“El coleccionismo, como tal, es tan antiguo como la humanidad”, afirma Beatriz González en el prólogo de este libro. En colombia, sin embargo, en lo que atañe a las artes plásticas, esta tradición tardó mucho tiempo en arraigar.
Con pocas excepciones representadas en la adquisición de pinturas por familias que vivían en europa o viajaban a ultramar los artistas y amantes del arte en el país tuvieron por largo tiempo que resignarse a la contemplación y estudio de su evolución internacional a través de reproducciones y descripciones en libros y revistas. Pasaron muchos años antes de que al país empezaran a llegar obras originales, y muchos más antes de poder admirarlas en exposiciones formales de carácter temporal.
Por eso, la colección de arte internacional del banco de la república, que desde mediados del pasado siglo, cuando se inicia, va definiendo sus derroteros y enriqueciendo sus haberes gracias a las adquisiciones y a las donaciones que recibe, representa la satisfacción de una necesidad sentida.
Por primera vez el país cuenta con una muestra amplia y permanente del arte que se produce en el resto del mundo. Muestra que con el tiempo perfeccionaría su misión didáctica al convertirse en una exposición itinerante que circula por diferentes ciudades del país. Itinerancia de la que también gozan otras manifestaciones artísticas, como las mu-sicales, que el banco en su rigurosa función cultural promueve y auspicia.
Una selección significativa de esta colección
que hace parte del gran museo de arte del
banco de la república, junto con la amplia muestra de arte colombiano y la espléndida donación Botero es la que este libro, por primera vez, despliega como reconocimiento y tributo a su existencia.