Brevario del «Quijote»

Hay libros que marcan la vida. Si sus palabras llegan en el momento preciso, si todos los sentidos se encuentran dispuestos para la emoción que puede despertar una frase, un párrafo, una imagen, entonces se habrá formulado una suerte de magia inviolable: la conjunción del lector y el autor, separados en muchos casos por el tiempo y la geografía pero vinculados de manera inevitable por la palabra.
Caballero Calderón confiesa en este libro su devoción por el texto entrañable del Quijote, que recorre línea a línea como un viajero que apunta cada detalle en su bitácora. “En el Quijote yo aprendí a leer y a soñar. Muchas cosas que hace muchos años me parecieron vacías de sentido e imaginarias luego me resultaron verdades impresionantes con la vida: así el amor, piedra filosofal que todo lo trueca en oro para los sentidos; el humor, que todo lo disuelve como un agua regia; el idealismo, sin el cual el mundo seria un yelmo sin luz; y el honor, que da al hombre la medida de su grandeza…”