Cazuela de narraciones estrambóticas

Si Alfredo Iriarte se desentendiera de sus obsesiones, de su mamagallismo incurable y de la desfachatez con que dice todo lo que le da la gana, nos privaría del placer de leer, en cada una de sus crónicas y de sus libros, una vivencia grata, porque tiene la virtud de volver, con impresionante expedición, trascendente lo frívolo y de convertir lo serio en derroche. El erudito tranco sobre los cuernos, que muchos leerán con las manos en la frente, es una prueba irrebatible del dominio con que produce esas viceversas admirables. Y el de la pugna humana con el aseo, cargado de verdad y de hedentina, muestra cómo nuestra especie prefiere, a veces, erigir en pecado su afición por la mugre, tanto la que resulta de la aversión por el agua como de la que surge de la falta de moral….(Prólogo)