Curar la casa, sanar el alma

Este libro tiene dos vertientes y un solo propósito: probar que nuestra vivienda es un organismo vivo y que, como tal, puede padecer enfermedades congénitas, o enfermar en algún momento y curarse.
Una vertiente es reconocer, sin prejuicios ni temores, fenómenos como el llamado poltergeist, donde la casa parece volverse diabólica, los cuchillos vuelan, las puertas se abren y se cierran solas, y se producen casos de combustión espontánea; como los espacios habitados por aparentes fantasmas que se resisten a dejar el lugar y se tornan hostiles con sus habitantes; como los ambientes que producen enfermedades que desaparecen una vez fuera de ellos…
La otra vertiente es la de recobrar el gusto de concebir edificios perdurables, destinados al placer y la felicidad de quienes los habitan. Tal fue el sueño de Vitrubio, hace más de 20 siglos. Tal es la finalidad del feng shui, disciplina nacida en Oriente hace cinco mil años, que nos demuestra que cierta armonía en la construcción y en la disposición de los elementos hogareños contribuye a la armonía de sus moradores.
El feng shui, por primera vez sencilla y prácticamente expues to, ocupa gran parte de la atención de la autora, que también nos habla de nuevas disciplinas, como la geobiología, la bioclimática, la bioconstrucción…
Hilda Ikeda nos prueba que una casa no sólo es una suma de materiales, sino que también, como nosotros, es energía: que la frecuencia vibratoria entre ambos puede y debe hacerse coincidir, y que es posible en un solo acto curar la casa… y sanar el alma.