Dios es mi aventura

Aunque la médula de este libro es la busca de dios su valor reside en que lo hace a través de versiones y experiencias de hombres que centraron su existencia en esa misma búsqueda metafísica y que alcanzaron enorme notoriedad, tales como Ouspensky, Stefan George, Rudolf Steiner, el conde de Keyserling, Krishnamurti, Annie Besant, el grupo de Oxford, Frank Buchman, Gurdjieff, etcétera
La ciencia admite ahora que el mundo del espíritu y el de la materia no son dos antípodas y que han caído las fronteras entre mundo natural y sobre natural, o entre objeto y sujeto. Por eso es que la travesía existencial de estos hombres, empeñados en encontrar esa realidad última reveladora de la presencia divina, tiene el valor de una experiencia totalizadora, que precisamente Rom Landau acerca a nuestros parámetros de hombres comunes.
Aunque el autor se mantiene deliberadamente fuera, como una especie de cronista inteligente y desprejuiciado, de estos maestros y estos hechos, la manera de exponerlos y cuestionarlos, profundiza nuestra comprensión profunda del universo, metafísico y de los logros extrasensoriales que estos hombres obtuvieron.