Don y misterio. En el quincuagésimo aniversario de mi sacerdocio

Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre
(Heb 13,8)
«Estoy convencido de que el sacerdote no debe tener ningún temor de ser “fuera de tiempo”, porque el “hoy” humano de cada sacerdote está inmerso en el “hoy” del cristo redentor. La más grande satisfacción para cada sacerdote en cada tiempo es reencontrar, de día en día, éste su “hoy” sacerdotal en el “hoy” de cristo».
“La explosión de la guerra me alejó de los estudios y del ambiente universitario. En aquel período perdí a mi padre, la última persona que me quedaba de mis familiares más cercanos. Esto significaba, objetivamente, un proceso de desprendimiento de mis proyectos precedentes; de algún modo era como venir arrancado del suelo sobre el cual, hasta ese momento, había crecido mi humanidad.
No se trataba de un proceso solamente negativo. Al mismo tiempo, en mi conciencia, se manifestaba cada vez mas una luz: el señor quiere que yo me haga sacerdote. Un día lo percibí con mucha claridad: era como una iluminación interior que llevaba en sí mismo la alegría y la seguridad de una vocación diversa. Esta conciencia me llenó de una gran paz interior”.