El espectador, V-VI

Aparte de contener páginas de la más alta calidad literaria, los ocho números de El espectador, publicados desde 1916 a 1934, por la longitud y variedad de su recorrido presentan multitud de aspectos del pensamiento orteguiano y la linea general de su desarrollo hasta la fecha indicada. En el prólogo al número primero, decía el autor: «Es El espectador la conmovida apelación a un público de amigos de mirar, de lectores a quienes interesan las cosas, aparte de sus consecuencias, inclusive morales.» El espectador es, pues, el contemplador, pero si contempla y mira, «lo que quiere ver es la vida según fluye ante él»; «sobre la vida espontánea debe abrir de cuando en cuando su clara pupila la teoria». Y como la vida es multiforme, estos tomos de El espectador comprenden la mayor variedad de temas. Hay en sus páginas teorías sobre la mujer, la ilusión, el aventurero, el improperio, el amor, la pintura, los conciertos, los paisajes, la novela y las novelas, los teatros, los destinos étnicos, los castillos y la expresión fisiognómica, etc. Y también la muerte.

En este cuarto volumen (tomos V y VI): «Notas del vago estio», teoría sobre los castillos y la vida señorial, sobre el espiritu guerrero, sobre liberalismo y democracia, sobre la muerte como creación, sobre la cueva prehistórica de Santi llana, sobre la estructura del yo con sus tres esferas de vitali dad, alma y espíritu, sobre la fraseología y la sinceridad. También el famoso ensayo «Dios a la vista», que sigue siendo objeto de interpretaciones y controversias. Ensayos históricos como «La interpretación bélica de la historia» y «Sobre la muerte de Roma». Una esclarecedora conferencia sobre el romanticismo y otros ensayos sobre el fascismo, las «nuevas casas antiguas», la Esfinge egipcia y la «Meditación de El Escorial», la obra arquitectónica del esfuerzo puro que lleva a la melancolía postrera de Don Quijote. Y otros ensayos de varia lección.

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