El evangelio de Buda

Cuando el Buda Gotama inició su tránsito terreno la humanidad experimentó un cambio de proyecciones insospechadas. No era la suya una misión de características materiales sino de construcción espiritual en sus más pronunciados matices con una hondura hasta entonces jamás sugerida por ningún iluminado ni maestro de la tierra. El quehacer de buda se centro en el ejemplo y la prédica constantes, sin exclusivismos ni esoterismos, con plena intención de poner al alcance de todos, sin restricciones, la Verdad que los hiciese salvos.
Así se perpetuaron en la senda de las cabales realizaciones las cuatro nobles verdades y el Octuple Sendero Noble.
Y asimismo, adquirieron una vigencia irrefutable la suma de analogías y parábolas con que la luz del mundo como se le conoce en oriente propagó su mensaje, con humildad siempre, con inteligencia y, por sobre todo, con ese deslumbrante destello de intuición divina que transforma lo temporal en absolutamente eterno. Con inigualada precisión, dijo el sabio alemán Ricardo Pischel acerca de buda: “Durante su larga vida no quiso y no hizo más que el bien. Hijo legítimo de su pueblo, como indio hay que juzgarle. Y quien lo haga, no vacilará en reputarle como uno de los hombres más grandes y significativos que el mundo ha conocido” el evangelio de buda, del Yogi Kharishnanda, encierra un hálito salvífico que a todos acaricia por igual.