El medio divino. Ensayo de vida interior

La obra de Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955) es esencialmente interdisciplinaria. La teología, la antropología y el mismo estilo literario se entrelazan y se enriquecen en un proyecto de visión activa del cosmos, inasimilable por cualquier escuela o cualquier partido que aspire a su monopolio. Quizá sea éste el sentido más hondo en que pueda llamarse cristiana a la empresa del ilustre jesuita francés: la creencia no fue nunca para él un principio excluyente sino muy por el contrario un dinamismo vital e interpretativo abierto a la comunicación con todo fenómeno real. “El medio divino es exactamente yo mismo”, escribió en 1934; lo cual no equivale a afirmar que se trate de un escrito intimo, desgajado de su obra científica: al ser su pensamiento primordialmente un esfuerzo de síntesis, la biografía de un hombre no puede ser sino la biografía del universo. Los destinatarios del ensayo no son “los cristianos que se hallan sólidamente instalados en su fe y nada podrían aprender en él” sino “los inquietos de dentro y de fuera, es decir, quienes, en vez de entregarse plenamente a la iglesia, la bordean o se apartan de ella pretendiendo superarla”. Y el propósito último de la obra es bosquejar una nueva forma de espiritualidad en la que el trabajo, la ciencia, la técnica y el arte ocupen su lugar dentro de una concepción cristiana de la vida.