Fedro o de la belleza / El banquete o del amor

El diálogo titulado el banquete, o del amor ha sido considerado como el más bello de los que escribió Platón. Se vale de un presunto amigo llamado Apolodoro, quien refiere a otro los discursos y las reflexiones que acerca del amor se escucharon de sobremesa en un banquete o convite celebrado en casa de Agatón, por boca de los distintos comensales que asistieron a él.
El amor es un gran dios, digno de ser honrado entre los dioses por muchas razones: por ser el más viejo, porque es el que mayor bien reporta a los hombres y porque ni nacimiento, ni honores, ni riquezas ni nada, pueden inspirar el horror al mal y la emulación al bien, necesarios para llevar una vida honesta.
Fedro, o de la belleza nos sitúa a Sócrates a la orilla del Illiso, bajo la sombra de un frondoso plátano, mientras escucha de su amigo Fedro la lectura de un discurso de Lysias sobre el Amor, en el cual se sustenta la doctrina de que debe atenderse más al amigo frío que al amante apasionado. Sócrates interviene para aclarar que hay en nosotros dos principios que nos gobiernan y nos dirigen: uno, el deseo instintivo del placer, y otro, el placer reflexivo del bien. Estos principios tan pronto están en armonia como se combaten. Si triunfa el placer del bien, se apodera del alma y se llama sabiduría y si domina el deseo irreflexivo que nos arrastra al placer, se adueña del hombre la intemperancia que toma diversos nombres.
Mil libros, de Luis Nueda.