La fuerza del vértigo

Soy un misil y mi nombre es legión. «sólo» el empleo de la mitad de las armas nucleares existentes supondría mil millones de muertos, otros tantos heridos y, para los supervivientes, una suerte poco envidiable. No saquéis en consecuencia que soy inutilizable y, por lo tanto, inútil. Sirvo antes del disparo; mi eficacia es psicológica. Cuando apunto a los cerebros, intimido, inspiro pánico. A partir de este mismo día, funciono no como fuerza ofensiva, sino como fuerza de vértigo. Auténticamente apocalíptico, enfrento a todos y cada uno con la angustiosa posibilidad de su segunda muerte: que todo, absolutamente todo, desaparezca. Las grandes batallas de la era nuclear son mentales. ¿SS 20 o Pershing 2? El desafio de los euromisiles destruye las separaciones políticas y divide a las Iglesias. La nueva ideología del pacifismo encarna la última gran tentación, nihilista y suicida, de una europa en la encrucijada de los caminos. ¿Confiariais vuestro hijo a Andropov? El autor de este libro, escrito en un solo impulso, en una lengua clara e incisiva, no me quiere. Me acepta como mal menor porque odia invernar en la caverna de los buenos sentimientos. Dicen que encuentra un pensamiento del vértigo a la altura de la actualidad más candente.
– Vuestro cohete de cabeza pensante