La ilusión del miedo perenne

La historia de una revolución que se hace innombrable en sus sangres, tragedias, conquistas y fracasos, adquiere otra nueva dimensión de lo humano, cuando sabemos el sino fatal, de una sola de aquellas mujeres que convivierón con esa historia, colocando la ternura como frágil escudo frente al poder que fue creciendo al lado de su corazón.
En “la ilusión del miedo perenne” la nueva narrativa latinoamericana adquiere una proyección universal y António García Ponce logra transformar, de forma magistral, el peso muerto de unos datos históricos, en una invención muy pura, donde el cuerpo femenino concreto, se adhiere a una palpitante cronología que cambio la historia de rusia y del siglo 20.
Una tierna heroína que calla y toma somníferos, detesta el vino y sabe con Bulgákov que: “cualquier poder es un acto de violencia contra el hombre”, sigue teniendo la admiración de todos los hombres, aún de aquel que fue su marido y llora enlutado por las calles de Moscú, sordo al grito de la multitud que acompaña el ataud de: Nadezda Aliluieva Stalin.