La peste

Si se hiciese una encuesta, entre críticos y lectores de todo el mundo, para elegir la novela que mejor representase la desolada postguerra europea, es casi seguro que La Peste sería la que alcanzase mayor número de votos. Sin embargo, lo sorprendente y lo que da un valor especial a este libro es que, aunque publicada hace más de treinta años, su dramático testimonio del mundo y de la sociedad sigue teniendo una dolorosa y aterradora actualidad.
Una epidemia de peste asola la ciudad de Orán y las ratas, sus repugnantes mensajeras, toman posesión de lo que hasta entonces fue una ciudad feliz. Para todos sus habitantes ha llegado el momento de combatir contra el dolor y la muerte, de mostrar su valor o cobardía, su dignidad o su vileza, su grandeza o su miseria. Y, dentro de ese protagonista múltiple que es la ciudad, unos médicos y un sacerdote van a simbolizar las creencias, las opiniones, el heroísmo y la debilidad de unos seres que deben luchar contra la peste, combatir el mal. Tras días y días de horror y desolación, la peste irá poco a poco desapareciendo, pero como Camus nos advierte para quizá volver otra vez: «y puede llegar un día en que la peste, para desgracia y enseñanza de los hombres, despierte a sus ratas y las mande a morir a una ciudad dichosa». Alegoría violenta y clarificadora de lo que fue el terror nazi en Europa, pero también parábola sin tiempo de lo que el terror y la muerte pueden ser en cualquier época y en cualquier lugar, estas páginas que consiguieron para su autor la fama internacional y el premio Nobel de literatura, han quedado como uno de los más desgarrados y proféticos testimonios de nuestro tiempo.