Tragedias

A Esquilo se le llama con justicia “el padre del teatro nuevo”. De sus muchas tragedias se dice que escribió noventa solamente se conservan las siete incluidas en este volumen. Con estas siete tragedias, resto de la desaparición de su grande obra, le basta a Esquilo para mantener entre los modernos el prestigio majestuoso que tuvo entre los antiguos. Para los griegos fue el patriarca insuperable de las tragedias: así, entre otros, lo atestigua Aristófanes en las ranas. A Esquilo le ha quedado, ya que no la función, el cura sacerdotal del antiguo vate, que no acompaña después a Sófocles ni a Eurípides. La época moderna fue tardía para apreciarlo. El renacimiento dedicó toda su atención a Sófocles y a Eurípides; pero cuando, a fines del siglo XVIII se descubre a Esquilo, Prometeo, interpretado por él, se convierte en uno de los mitos de la cultura moderna y en símbolo del ideal novísimo. De él se apoderan Goethe, Shelley, Hugo, Beethoven, Liszt. La traducción que damos en esta tercera edición en la “biblioteca clásica y contemporánea” las Tragedias ya habían aparecido en 1939 en nuestra serie “las cien obras maestras” es la del humanista español Fernando Segura Brieva Salvatierra. Destacamos además que este tomo del primer poeta trágico que dio al drama en grecia movimiento y variedad lleva una esclarecedora introducción de Pedro Henríquez Ureña.