Una chica en la carretera

A mediados de los años cincuenta, una generación de escritores norteamericanos, bautizada con el nombre de «Beat-generation» (Generación golpeada) alcanzó una súbita y estruendosa fama en todo el mundo. Entre los miembros de esta generación se encontraban los poetas Allen Ginsberg y Gregory Corso, y los novelistas Burroghs y Jack Kerouac. De todos ellos, fue Kerouac, sobre todo por una novela titulada en la carretera, el que mayor éxito alcanzó y quien en cierto modo se convirtió en el símbolo viviente de esa generación.
El alcohol (que acabó premturamente con la vida de Kerouac), la droga, la libertad sexual, la homosexualidad en muchos casos, eran los ingredientes, o para decirlo de otra forma, el equipaje que llevaban todos ellos para huir por la «carretera» de un destino aburrido y mediocre hacia otro más acorde con su sensibilidad y sus deseos.
Jan Kerouac, hija apenas reconocida del célebre novelista desaparecido, emula y a veces imita en las páginas de esta novela o reportaje autobiográfico, la lucha por la libertad vital y personal que su padre hiciera famosa en el mundo.
Sus viajes por estados unidos, méxico, colombia, ecuador, perú, etc.; sus contactos, más o menos promiscuos, con el sexo y con la droga, el desgarrador relato de su aborto, y de sus tensiones con los diversos hombres que pasaron por su vida, están narrados en estas páginas con una sinceridad y una autenticidad que pocas veces encontramos en una obra literaria.
Desde su niñez pobre en nueva york, separada a temporadas de su madre y teniendo por padre a un desconocido, hasta su relación con Paul Orlov, el amigo de Allen Ginsberg y sus viajes a través del mundo alucinante del «L.S.D.», y desde allí a sus otros viajes éstos más reales por los caminos de estados unidos y de hispanoamérica, Jan Kerouac no sólo nos da un testimonio violento y desgarrado de su propia vida sino que además escribe, en cierta manera, el grandioso y miserable testamento de una generación que buscó en la aventura y en el exceso