“El canto lúgubre y persistente del paujil nocturno, en contrapunto con el croar alegre y ensordecedor de las ranas en una noche de lluvia. El roo luminoso de la heliconia, que contrasta con el verdor oscuro de la vegetación del piso inferior de la floresta. El delicioso sabor de millares de frutas tropicales, en su mayor parte desconocidas fuera de la selva.