Las cuatro estaciones de Manuela: una biografía, los amores de Manuela Sáenz y Simón Bolívar

El 16 de junio de 1822, un hombre montado en un caballo blanco recorre, entre los gritos y las aclamaciones entusiastas de la multitud la ciudad de quito, recién liberada del dominio español. Desde un balcón, una mujer de sensual belleza y ojos oscuros le ve llegar. Cuando pasa bajo aquel balcón le arroja, con ciega emoción, una corona de laurel. La corona roza la cara del jinete que, mirando hacia arriba, sonrie. Ella se llamaba Manuela Saénz y él era, el libertador Simón Bolívar. A partir de aquel momento comenzaba una larga, hermosa, difícil y dramática historia de amor, que no terminaría hasta la muerte de sus protagonistas. Empezaba también la primera estación la primavera del amor para Manuela y Bolívar.
Después de la primavera de quito, vendría el glorioso e inolvidable verano de lima, a partir de su entrada triunfal, serían por unos años espejo de la gloria y del poder, sombra de la felicidad.
Tiempo después llegaría el otoño de bogotá, la envidia, los celos, la rotura de aquel frágil sueño de la gran colombia, las intrigas y las conspiraciones, que culminaron el día en que ella, arriesgando su vida, salvó la de Bolívar, aquel día en que él la llamó «libertadora del libertador» Y por fin el invierno muerto Bolívar, desesperado y solo en santa marta y ella viviendo de recuerdos, pobremente, en el destierro de Paita.
Pasión y aventura, grandeza y derrota, como en una gran novela y, sin embargo, es solamente la historia, la real protagonista de este relato que Von Hagen, después de años de investigar sobre la vida de los protagonistas, nos ha sabido dar, con la poesía de lo sublime, pero también con la implacable realidad de los hechos.