Toros, toreros y públicos

Se han escrito millones de libros sobre toros: en prosa, en verso, en clave, en francés. Los han escrito toreros-desde Paquiro hasta Dominguín-, ganaderos, críticos, aficionados, detractores, filosofos. ¿Por qué uno más? ¿Por qué éste?
Por las ganas de escribirlo. O, más bien, de volverlo a publicar: más de la mitad de los textos de este libro han salido en revistas y periódicos de España y de Colombia durante los últimos diez o quince años (Cambio 16, Diario 16, Semana y El Espectador). Las ganas de escribir de toros son, para un aficionado, como las ganas de hablar de toros: irreprimibles. El aficionado quiere siempre compartir, discrepar, coincidir, imponer su propio punto de vista, decir “yo estaba ahyi” (o “yo no lo vi pero me lo figuro”..)
Y una advertencia: en los toros, más que en casi cual quier otra cosa de la vida, rige el proverbio gnóstico: “el que sabe, no habla; el que habla, es porque no sabe”.