Hoy día, todo estudio sociológico es interdisciplinar y en ocasiones esta característica es germen de una saludable heterodoxia. Si el objeto analizado es lo orgiástico -con sus manifestaciones históricas y sus interconexiones estables-, esta condición no sólo es de obligado cumplimiento sino prueba de la bondad del enfoque y un aval de las conclusiones. La radical propuesta de estas páginas es que lo dionisíaco, función sagrada o licenciosa aparte, simboliza un complejo medular consustancial al individuo, que se revela como un sólido fundamento de la sociedad a la que estructura y regenera en aras de su permanencia. Desde esta óptica, el cambio de valores cotidianos en curso respondería a una generalización de esta inexcusable pulsión hacia el desenfreno, el extravío, el desvanecimiento del yo en lo colectivo, verdadero mecanismo de comunión social y afrontamiento del destino.