Notas griegas

En el viaje que hice a italia y grecia, visité cerca de nápoles los antiguos templos griegos de Pestum. Así emprendí un recorrido fascinante. Me embarqué luego en Brindisi, sobre el Adriático, y llegué a Patrai, en el Pelonopeso, y me detuve largamente en los más bellos sitios de esa región, los más cargados de significados culturales: Corinto, Micenas, Tirinto, Epidaur, Argos, Olympia. Después, visité a Atena se intenté conocer detalladamente la ciudad, sus museos maravillosos, sus ruinas tristes. Estuve luego en Eleusis, en Tebas y Delfos, es decir en el “ombligo” del mundo helénico. Un viaje por las islas griegas me llevó primero a Miconos, Delos, Naxos, Siros, Paros, Santorín, y, luego, a la gran isla, Creta. Resultado de ese viaje, de esa experiencia inolvidable, son estas notas, breves notas nacidas del contacto con las regiones griegas y de mi fervor por esa antigua cultura.
En el contraste entre la cultura minoica y la griega clásica que fue mi vivencia decisiva en la gran isla, me ha llevado a reflexiones y a lecturas que se han prolongado por mucho tiempo. De todo ello ha surgido la nota final, más extensa: ¿fueron los griegos herederos de los minoicos? La respuesta negativa, aquí esbozada, requeriría un marco más amplio; pero me parece interesante formularla aquí, así sea sintéticamente, como base para una polémica de mayores proporciones.